* Don Juan es ejemplo de que el acceso a la educación no tiene fecha de caducidad y nos deja entrever las dos caras de la verdad sin importar cuánto avance el reloj…
En un mundo donde la juventud a menudo es asociada con oportunidades y progreso, la historia de Don Juan, un residente de Cd. Madero, a sus 81 años de edad, desafía completamente esta noción. Su determinación y pasión por la educación no conocen límites, demostrando que la edad no es un obstáculo para alcanzar metas académicas y profesionales.
Desde una edad temprana, Don Juan enfrentó desafíos en su búsqueda de conocimiento, su padre, aunque le negó la oportunidad de asistir a la escuela, a los 8 años le inculcó el valor del trabajo duro. Sin embargo, esto no detuvo su deseo de aprender, trabajando durante el día y asistiendo a la escuela nocturna, logro completar su educación primaria y secundaria con el pasar de los años.
A pesar de enfrentar limitaciones financieras que le impidieron continuar con una educación universitaria en el pasado, Don Juan no renunció a su sueño, inclusive durante la pandemia de Covid-19, cuando muchos se vieron obligados a reevaluar sus planes, él encontró una manera de perseverar y posteriormente se inscribió al CECATI, donde ahora está avanzando hacia su objetivo de dominar la computación y el inglés, habilidades esenciales en el mundo actual.
Sin duda alguna la FACETA de Don Juan es un recordatorio viviente de que el acceso a la educación no tiene fecha de caducidad y nos deja entrever LAS DOS CARAS DE LA VERDAD, porque siempre es posible perseguir nuestros sueños y contribuir al desarrollo personal y social sin importar cuánto tiempo haya transcurrido.
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